El módulo Schiaparelli no logra aterrizar en Marte
La misión Exomars, fue lanzada
por la Agencia Espacial Europea (ESA) y su homóloga rusa, Roscosmos, en marzo
de 2016 en Kazajistán. Su objetivo fundamental es la búsqueda de evidencias para comprobar la existencia de
vida en Marte, tanto pasada como presente. Como objetivo secundario tiene investigar
el origen del metano en el planeta, para establecer si es fruto de la actividad
biológica de organismos o por procesos
geológicos.
El 16 de octubre el instrumento Trace
Gas Orbiter (TGO) se separó de la sonda Schiaparelli con el objetivo de que esta
lograra descender hasta la superficie marciana el 19 de octubre, y una vez ahí
realizaría las primeras mediciones de campos eléctricos y de concentración de
polvo atmosférico con el objetivo de aumentar el conocimiento sobre las tormentas
de polvo. Por su parte, TGO, se dedicaría a buscar metano e hidrógeno desde la órbita
marciana, al igual que posibles lugares adecuados para aterrizar de cara a la
segunda fase del programa ExoMars.
Aunque se confirmó que TGO entró en órbita exitosamente, no
se recibió señal de Schiaparelli el 19 de octubre. Posteriormente, el 21 de
octubre Thierry Blancquaert confirmó que el módulo “se ha estrellado sobre la
superficie de Marte”. Esta declaración fue hecha después de que recibieran una
fotografía de la MRO de la NASA.
Créditos: NASA |
La imagen muestra una zona oscura con forma de elipse causada por el impacto, con unas dimensiones de 15 por 40 metros. Según los investigadores, el color se debe a que la sonda al impactar, sacó de la superficie zonas de terreno más oscuro.
Al parecer hubo una anomalía en el descenso y los retrocohetes encargados de frenar la nave durante 30 segundos, se apagaron después de cuatro o cinco segundos de ignición. Se esperaba que un paracaídas frenara la nave y luego los cohetes posaran a Schiaparelli en el suelo.
Tras hacer el análisis, la ESA informó que la nave cayó desde una altura entre dos y cuatro kilómetros y que impactó contra la superficie marciana a una velocidad aproximada de 300 kilómetros pos hora, por lo que quedó destruída.
Este inesperado final representa un fracaso para la ESA que a diferencia de su homóloga estadounidense, NASA, no ha logrado aterrizar con éxito en Marte.